martes, 9 de octubre de 2012

A todos nos ha pasado que hemos hecho algo sin quererlo. Que algo nos ha salido por mera casualidad. Y es que las casualidades existen en todos los ámbitos, y como no, también en la ciencia.

Quizá el caso más famoso de la serendipia científica sea el de Alexander Fleming:
En los últimos días de verano de 1928, Fleming por alguna razón olvidó guardar sus cultivos de estafilococos en las estufas (también hay otra versión que dice que uno de sus estudiantes se olvidó de guardarlo). 
Cuando regresó, observó que las esporas de un hongo de otro compañero científico se habían extendido por todo el laboratorio y que su experimento había quedado cubierto por este. En ese momento, no supo con claridad lo que acababa de encontrar, pero sí se paró a analizarlo. 
Se dio cuenta de que esa lisis o proceso destructivo era la responsable de esos fenómenos. Dedujo que el hongo había liberado una sustancia que había liberado las sustancias existentes e inhibió su crecimiento. 
Este hecho iba a cambiar toda la historia, había descubierto el penicillium notatum.


Con todo esto, entendemos como serendipia un descubrimiento inesperado que se produce cuando en realidad se busca otra cosa distinta.

Arquímedes.
En el año 260 a.C. el científico griego Arquímedes no sabía como medir el volumen de las cosas. Un día yendo a los baños, al sumergirse en el agua, se dio cuenta de que esta aumentaba la misma cantidad que su mismo volumen. Su alegría fue tan fuerte que salió desnudo gritando "¡Eureka!", lo cual significa "lo encontré" en griego.


Newton
En 1665, Isaac Newton decidió abandonar Londres, azotada por la peste, y marcharse a otro lugar a su corta edad. La leyenda nos cuenta que él no estaba haciendo nada y de repente una manzana le golpeó la cabeza. Otros cuentan que una noche haciendo cálculos a la luz de la luna bajo un árbol, cuando mirando hacia arriba vio caer una manzana desde la copa. En ese momento se preguntó porque caía una manzana y no caía la luna. Cuatro años después, él mismo descubrió la ley de la gravedad.


Brand
En el siglo XVII, el químico alemán Henning Brand buscaba como mezclar diversos elementos para conseguir así oro, una obsesión de mucha otra gente a lo largo de la historia. Por supuesto este propósito no lo logró, pero un día en 1669 obtuvo una sustancia blanca y luminosa, que al entrar en contacto con el aire esta se encendía. Había descubierto el fósforo por casualidad.


Bell
Alexander Graham Bell era un profesor de sordos entre otras cosas. Este se enamoró de una de sus alumnas, y más tarde se casaron. Él, que era un hombre muy inteligente, quería que su esposa le escuchase decir "te quiero". Así que intentó construir un aparato que pudiese amplificar su voz. Creó un circuito con dos terminales, y por este le habló a su ayudante Watson, que no estaba junto a él. Este acudió sin saber que había contestado a la primera llamada telefónica de la historia. Bell había descubierto lo que hoy conocemos como teléfono queriendo tener un amplificador de sus palabras amorosas.


Roentgen
El alemán Wilhelm Roentgen hacía experimentos con los rayos catódicos al igual que varios amigos suyos. Lo que buscaba era lograr que ciertas materias se volvieran fluorescentes. En 1895 una de esas pruebas había ido más lejos de lo que esperaba. Ni siquiera sabía cierto lo que había descubierto, así que los llamó rayos X, y aun les conocemos así. Les llamó así admitiendo su ignorancia en el fenómeno, ya que la x es la letra con la que representamos las incógnitas.


                                                       Los primeros RAYOS X


Otros casos...
También ocurren cosas por casualidad en nuestro día a día y en otros ámbitos no científicos. Por ejemplo, las patatas fritas que hoy compramos en el supermercado (esas que los ingleses llaman chips) también fueron inventadas por casualidad en 1853 por el chef George Crum, que tras varios clientes insatisfechos por el grosor de sus patatas fritas decidió gastar una broma y cortar las patatas con el grosor de una hoja de papel. Tras freírlas y servirlas a sus clientes, estos quedaron encantados.